Nerón se convierte al cristianismo

de William Riker


Año 54 d.C., Agripina Menor hace envenenar a su marido Claudio con los famosos hongos trifolati, no precisamente comestibles, por temor a que éste nombrara sucesor a su propio hijo, Británico; así, el joven Lucio Domicio Ahenobarbo Nerón, de carácter impulsivo e histriónico, fácil al llano como a la ira, asciende al trono. Algunos senadores querían sustituirlo por Británico, y así la madre, Agripina, ordena envenenar también a éste y obliga a su hijo a casarse con Octavia, hermana de Británico e hija carnal de Claudio, por la cual él no sentía ningún amor. Nerón ama el poder porque ama sentirse en el centro de la atención, no tiene aptitudes para el gobierno, y así la madre le instituye como consejero a Lucio Anneo Séneca, célebre filósofo estoico. Bajo la influencia de Séneca, Nerón se cansa pronto de la vida de la corte, del matrimonio establecido y de la religión oficial, de la cual es pontífice máximo. Se aleja de la política y comienza a tener relación cada vez más estrecha con los libertos que Séneca le instituyó para que prosiguiesen con su formación intelectual. De éstos, algunos son griegos y lo inician en los misterios dionisíacos. El Augusto se cansa rápidamente, porque piensa que no lo  conducen a ninguna parte, pero ya tiene en su ánimo el sentimiento de lo sagrado y de la inmortalidad del alma, que él, como buen romano materialista y desencantado, no había probado nunca.

Conoce a la liberta Actea, su maestra de literatura griega, entonces Barba de Bronce se enamora de ella y decide repudiar a Octavia para casarse, pero su madre, que mientras tanto es la verdadera regente del Imperio mientras su hijo se ocupa de música, poesía y filosofía, se opone con sus famosas palabras. “No puedes cambiar mujer como cambias de túnica”. Nerón concibe entonces un monstruoso plan: hacer asesinar por sus esbirros tanto a la madre como a su legítima esposa. Actea, sin embargo, para la cual Nerón no tiene ningún secreto, se entera del plan y se horroriza. Le revela entonces que pertenece a la religión cristiana y lo conmina a desistir del plan, ella ha hecho votos al amor y al perdón, y no podría amar jamás a un uxoricida y matricida. “¿Pero cómo, tú adoras un asno crucificado?”, le pregunta con desdén Nerón, repitiendo un prejuicio difundido que había servido a su padre adoptivo Claudio para expulsar cristianos y judíos de Roma, como refiere Suetonio. “Mejor adorar un hombre que se hizo crucificar como un asno por amor a sus hermanos, que a un emperador que se comporta como un asno porque prefiere la muerte a la vida de sus congéneres”, es la valiente respuesta de Actea.

A cualquier otro que se le hubiese dirigido así, Ahenobarbo le hubiera hecho cortar la lengua, pero se siente tan ligado a Actea que se hace contar todo lo referente a las creencias cristianas. Decide entonces encontrarse con el apóstol Pedro, que desde el 42 a.C. es obispo de Roma y que acaba de dictar a su fiel secretario Marcos el relato de la vida de Jesús, hoy por nosotros conocido como el Evangelio de Marcos.  El sobrino nieto de Augusto está cargado de prejuicios contra los judíos, pero queda fuertemente impresionado de la figura carismática del Pescador de hombres, tanto que se hace llevar al palacio imperial una copia del Evangelio de Marcos para estudiarlo mejor. Después de haber terminado la lectura, invita a Pedro en persona al palacio, en donde pasa largos ratos escuchándolo discutir con Séneca sobre la inmortalidad del alma y lo providente del dolor inocente. Las poesías (en verdad un poco mediocres) que compone resultan influenciadas por esto, y él comienza a mostrar el pulgar alzado a todos los gladiadores vencidos en la arena.

Nerón Rápidamente Agripina descubre el nuevo interés del hijo por la religión cristiana, tanto que lo descubre estudiando la lengua hebrea con la ayuda de san Marcos, el discípulo predilecto de Pedro, para poder leer el Antiguo Testamento en su lengua original. Preocupada por la revolución social que podría traer aparejada la fe en la cual su hijo está interesado, en combinación con Tigellino, el pérfido jefe de los pretorianos, decide utilizar el sello de su hijo para expulsar nuevamente de Roma a todos los judíos y cristianos, y para ordenar el arresto de Pedro y su entorno. Sin embargo Séneca descubre todo a tiempo y envía a Actea a alertar a Pedro de que no concurra al palacio y se ponga a salvo. Nerón aborta así la conjura y condena a muerte a la madre, pero por intercesión de Pedro y Actea conmuta la condena a un exilio de por vida en Meotide, una avanzada romana en Crimea, sobre las costas del mar de Azov, mientras Tigellino, convencido de que iba a ser condenado, se suicida.

Nerón publica después un edicto de tolerancia para cristianos y judíos, y autoriza a los primeros a construir un templo en Roma, sobre la colina vaticana, y a los segundos a gozar de un autogobierno en Palestina con un procurador hebreo, en la persona de Rabbí Gamaliel, ya maestro de san Pablo y tolerante con los secuaces de Jesús. A quien le objeta que cristianos y judíos se niegan a adorar la figura del emperador, Nerón rebate con una frase célebre: “El Augusto no debe ser adorado, sino que debe adorar él mismo la justicia y la verdad”. San Marcos es nombrado consejero del emperador, Séneca primer ministro del Imperio y Actea se convierte en emperatriz, porque Octavia muere de parto junto con el niño que da a luz, y dejó campo libre a la liberta cristiana, que rápidamente da dos hijos a Nerón: Británico y Ana (nótese el nombre hebreo). Es el año 61 d.C.

Bajo órdenes de Nerón, san Pablo, que ha sido detenido en Cesárea Marítima, es liberado y enviado a Roma, desde donde envía cartas a todos los pueblos del Imperio, iniciando el camino de la teología cristiana. Invitado por Actea, también san Lucas, discípulo predilecto de san Pablo, que lo acompañó en sus viajes misioneros en Asia Menor, redacta su Evangelio luego de realizar cuidadosas investigaciones. También san Juan es liberado de su exilio en Patmos y puede asumir como obispo en Éfeso, mientras Santiago el Menor es obispo de los judeocristianos en Jerusalén.

La noticia de que san Bartolomé, alias Natanael de Caná, ha sido ajusticiado por orden del rey de Armenia, país que se encontraba evangelizando, provoca la reacción de Nerón, que ordena al general Vespasiano invadir aquellas tierras y reducirlas a provincia, extendiendo así los confines del Imperio hasta el mar Caspio. El cristianismo se propaga por el Imperio, sobre todo entre las clases menos pudientes, que reclaman una reducción de los impuestos y un mejoramiento en sus condiciones de vida. Nerón, que se ha trasladado a Grecia y luego a Palestina, donde ha rezado en el templo de Jerusalén, consiente pero, como los gastos militares para mantener las guarniciones en los confines son exorbitantes, aumenta los impuestos para las clases más acomodadas. De este modo logra el favor del pueblo, pero se pone en contra toda la nobleza y la alta burguesía mercantil.

Así en Roma se forma un partido filopopular y filocristiano, liderado por Actea y del cual forman parte Séneca y los poetas Lucano y Valerio Flaco, y un partido afín a los nobles y anticristiano, regido por Cayo Calpurnio Pisone, decano de los senadores, al cual adhieren el epicúreo Petronio Arbitro y el científico Cayo Plinio Segundo. A esto se agrega el hecho de que, desde su exilio en el mar Negro, Agripina continúa influenciando a los senadores en contra de su hijo, soñando con regresar y ser coronada emperatriz en su lugar.

La gota que hace rebasar el vaso es el edicto de Patras, con el cual Nerón, que se encuentra en Grecia, prohíbe la crucifixión y la flagelación, extiende la ciudadanía romana a todos los ciudadanos del Imperio y libera a todos los esclavos que se han convertido en tales a causa de deudas (junio del 64 d.C.). El 28 de agosto del mismo año, la mitad de Roma es devastada por un terrible incendio, y Pisón echa la culpa a los cristianos. Parte de la plebe, incitada por los senadores y enfurecida por la pérdida de sus bienes, ataca a cristianos y judíos y Pisón, que ha ocupado el palacio imperial, desencadena una terrible persecución durante la cual encuentra la muerte el apóstol Pedro, crucificado cabeza abajo sobre la colina del Vaticano. Pablo se salva porque se encuentra de viaje apostólico en Cesárea Augusta (Zaragoza, España) donde parece se le ha aparecido la Virgen sobre una pilastra (el famoso Pilar) para anunciarle la persecución y el lugar de sepultura del apóstol Santiago el Mayor. Séneca bebe la cicuta para escapar de los sicarios de Pisón, estando el la cima de su lista de perseguidos.

Pisón se autoproclama emperador, obtiene el apoyo de las legiones de Occidente comandadas por Galba y Vitelio y ordena la captura de Nerón, refugiado en Creta con su mujer y la corte, pero el valeroso general Vespasiano confirma la fidelidad al emperador y marcha sobre la península. Se vislumbra el espectro de una nueva guerra civil, pero Pisón y sus sicarios comenten tantas y tales atrocidades que se ganan el odio de la plebe romana, descontenta también por el hecho de tener que financiar otra contienda.

El incendio de Roma, Hubert Robert, Le Havre, Musée de Beaux-Arts (tiscali.it/scudit/mdneronestoria.htm)Así, el pueblo asalta el palacio imperial y Pisón, viéndose perdido, se hace matar por el liberto Epafrodito. Galba es asesinado por sus mismos soldados, mientras Vitelio es vencido y muerto por Vespasiano cerca del monte Milvo: advertido por un sueño, ha colocado el monograma de Cristo en las insignias de sus legiones. Nerón y Actea regresan triunfalmente a Roma, mientras Agripina, que se encuentra viajando hacia la capital, se entera en Singiduno (Belgrado) de la noticia de la derrota de su partido; dándose cuenta de que nunca será emperatriz, se arroja al Danubio y se ahoga. Es el 66 d. C.

También Petronio Arbitro se suicida cortándose las venas junto a su compañera Eunice, mientras Plinio, que se ha entregado a Nerón pidiéndole ser decapitado, es perdonado por éste y nombrado almirante de la flota imperial. “¿No destruyo quizá a mis enemigos haciéndolos mis amigos?”, es la justificación de Barba de Bronce. Éste se convierte oficialmente al cristianismo, y es bautizado en el Vaticano por san Lino, sucesor de Pedro; deja vivir las instituciones paganas como la orden de las Vestales y tolera los cultos de Dionisio, Mitra, Isis, en nombre de la absoluta libertad religiosa, pero cede el cargo de pontífice máximo al poeta Lucano, que en tanto se ha dedicado a su obra máxima, la Farsalia. Renace así la literatura: además de la Farsalia y de las obras de Séneca, Valerio Flaco publica La Argonáutica , en la cual Medea es descripta con las características de  Actea y Jasón con las de Nerón; Plinio publica la Historia Natural, verdadera enciclopedia de todo lo hasta ese momento conocido, mientras más tarde el cristiano Estacio publica la Tebaida y la Aquileida, en las cuales por primera vez el Dios Trino suplanta a los númenes del Olimpo.

Toda la corte está ya formada por cristianos, y la plebe romana se convierte en masa al nuevo credo. Paulo parte para evangelizar Galia y Bretaña, luego ingresa a Alemania, donde encuentra el martirio. Es sepultado con todos los honores en Roma, al lado del cuerpo de Pedro, en la basílica vaticana. San Marcos se transforma en patriarca de Alejandría de Egipto, mientras el Templo de Jerusalén no es destruido y pasa a ser el centro mundial de la religión hebrea. A la muerte de Santiago el menor, el judeo-cristianismo se extingue, aboliendo la circuncisión y confluyendo en el catolicismo romano. Santo Tomás encuentra la muerte en la India, en el Malabar, donde había llegado para predicar la nueva fe. San Juan, en cambio, morirá centenario en Efeso después de haber escrito el Apocalipsis; pero hay quien dice que no ha muerto, que ha sido ascendido al cielo como Enoc y Elías.

Después de la destrucción de Roma a causa del incendio y la guerra civil, Nerón manda edificar la espléndida Domus Aurea, y en lugar del Coliseo es construido un gran teatro para representaciones trágicas y cómicas, ya que Nerón ha eliminado los espectáculos cruentos de gladiadores, sustituyéndolos como máximo con duelos simulados. Gracias a la obra de Actea, además, en Roma y las provincias florecen obras asistenciales a favor de los necesitados, gestionadas directamente por el Estado.

Nerón ordena a Vespasiano y a su hijo Tito, que también se ha convertido al cristianismo, y es tan virtuoso que es llamado “La delicia del género humano”, ocupar Mesopotamia para dar a Roma una salida por el océano Índico que le permitiera comerciar directamente con India y China. En tal empresa colaboran los hebreos, decididos a vengar la destrucción del Templo por Nabucodonosor en el 587 a.C. En el 70 d.C. los dos grandes generales conquistan victoriosamente Ctesifonte, la capital de la monarquía arsácida; Asiria, Mesopotamia y Arabia Petrea pasan a ser provincias romanas, mientras el mismo Nerón impone la corona en el nuevo rey de los partos, Osroe, haciendo del imperio parto un estado satélite de Roma. Nerón obtiene además la sumisión de Decebalo, rey de los dacios (actual Rumania); su estado garantizará protegerá entonces al Imperio contra las correrías de los salteadores sármatas. Con la anexión de Mauritania Tingiana y de Escocia meridional el Imperio Romano alcanza el máximo de expansión y potencia, mientras los ingentes botines de guerra provenientes de las campañas orientales colman las arcas del Estado, con la consecuente deflación y disminución de los impuestos. En el 75 d.C. el aventurero mercante chino Sheng Li llega a Antioquia proveniente del extremo oriental; es conducido a Roma, ante el Augusto, quien decide abrir la vía de la seda para comercial con su gran país; inmediatamente el gran navegante griego Cosma Indocopleuste (navegante de la India), partiendo de Carace, llega a Ceilán y de allí, a Sumatra y China meridional.

En el 88 d.C. se llega, a distancia, a un pacto de amistad y cooperación entre Nerón y el emperador chino Wu Ti, que en la práctica divide el globo terráqueo en dos áreas de influencia, romana y china, separadas por el río Ganges. Los caminos son seguros, el comercio se intensifica y el mundo se transforma en una suerte de aldea global, con misioneros cristianos que recorren China y Japón, y bonzos budistas que predican su filosofía en Grecia y Egipto. Se inicia una era de paz destinada a durar mucho.

En el 79 d.C. la erupción del Vesuvio borra Pompeya, Herculano y Stabia de la faz de la tierra. Como penitencia, Nerón y Actea visten túnica y se alimentan de pan y agua por tres meses. En la catástrofe encuentra la muerte Plinio el Viejo, que se había acercado mucho para examinar la erupción. Su sobrino Plinio el Joven se convierte en el campeón de la inteligencia pagana y ascética frente a la nueva religión. En cuanto a Domiciano, hermano de Tito, es ajusticiado en el 94 d.C. por haber intentado usurpar el poder con un golpe de estado y restaurar el paganismo estatal.

Una vez el pueblo de Siracusa tira piedras a la estatua de Nerón para castigarlo por haber dado culpa a la ciudad en una controversia con Taranto. Se espera que el emperador los castigue, pero él responde: “¿Y por qué? Yo no he sentido ninguna herida”.

Nerón muere de gota a los 64 años en el 100 d.C. Cuando siente que se acerca el fin, pide a los sirvientes: “Levantadme de este lecho… un emperador debe morir de pie”.

-	Imperio de Nerón

Los funerales solemnes son celebrados por el Papa san Clemente I, y le sucede el hijo Británico. La madre, Actea, se consagra a Dios y morirá en un monasterio de Belén. Bajo Británico, el monje Papías, obispo de Hierópolis en Palestina, establece la fiesta de Navidad el 25 de diciembre y fija el año de nacimiento de Jesús en el 754 de Roma, cometiendo un error de cálculo (Herodes el Grande había muerto en el 750 en Urbe Condita). De esa fecha se comienzan a contar los años. En el 116 el cristianismo es elevado a religión oficial del Imperio, aunque se siguen desarrollando otros cultos. Rápidamente las religiones olímpica y egipcia se extinguen, mientras que el culto de Mitra se transforma en una secta cristiana. Se difunde además el budismo proveniente del extremo oriente.

A la muerte de Claudio II, sobrino de Británico (año 161), el Imperio es abolido y se restaura la República. Es la edad de oro de Roma. Y del mundo entero.

 

« Ultima Cumaei venit iam carminis aetas;
magnus ab integro saeclorum nascitur ordo.
iam redit et Virgo, redeunt Saturnia regna,
iam nova progenies caelo demittitur alto.
tu modo nascenti puero, quo ferrea primum
desinet ac toto surget gens aurea mundo,
casta fave Lucina; tuus iam regnat Apollo. » 

(Virgilio, cuarta égloga)

William Riker

Traducción en Italiano de esta ucronia


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